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Ser Madre: Actuando Con Amor Para Obtener Amor

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i-love-you-mami-131141621922Ser madre es una labor de gran responsabilidad así como también es una experiencia trascendental. Criar a un hijo o hija nos da muchos retos.

Como madre me siento bastante satisfecha, aunque no soy perfecta y cometo errores me siento contenta conmigo misma porque estoy dando lo mejor de mí en la crianza de mis hijos, especialmente ahora con el segundo.

Como madres necesitamos inculcar a nuestro hijos valores; sin embargo, algo muy importante que muchas veces dejamos olvidamos es inculcar el amor hacia nosotras, sus madres.

A veces damos por hecho de que nuestros hijos nos aman porque somos sus madres. Sin embargo, el amor tanto maternal como filial, o de hijos a padres, se riega.

Una vez tuve la oportunidad de leer una frase que se me quedo grabada. Si inculcas a tu hijo a respetarte puede que solo te respete por temor hacia ti, pero puede que no te ame. Si le inculcas a tu hijo el amor hacia ti, te amará y también te respetará por el amor que te tiene.

Y la mejor manera de inculcarle a tu hijo el amor hacia ti es amándolo, respetándolo, ayudándolo a crecer, a ser exitoso, a pensar por sí mismo, a ser libre, a ser él mismo.

Eso es lo que hago con mi hijo. Hacerlo me hace sentir muy feliz y realizada como madre.

Hace unos días la maestra me dijo que Cesar, mi menor hijo, no había llevado sus anteojos a la escuela durante un par de días, a lo cual me sentí un poco intranquila ya que la maestra me dijo que había tenido que hacer mucho esfuerzo para ver lo que ella había escrito en la pizarra.

Inmediatamente le pregunté a Cesar por qué no había llevado sus anteojos a la escuela y me respondió que los había dejado en casa, sobre su escritorio, se había olvidado de ponerlos en su mochila antes de salir.

De camino a casa le pregunté, ¿crees qué está bien para ti dejar tus anteojos en casa? O ¿crees que es mejor traerlos a la escuela para que puedas ver bien lo que la maestra escribe en la pizarra?

El me respondió: Traerlos a la escuela, mami. Pero yo los dejé encima de mi escritorio.

Ok, le dije. Entonces, ¿Qué crees que puedes hacer para que siempre lleves tus anteojos a la escuela? ¿Ponerlos en la mochila inmediatamente que terminas de hacer tu tarea y guardas tus o ponerlos encima de tu escritorio para guardarlos en la mañana siguiente?

Es mejor ponerlos en mi mochila el día anterior después de que termino de hacer mi tarea y guardo mis cosas.

Oh, perfecto, le dije. A mí también me parece que es una buena idea. Entonces, ¿Qué es lo que vas a hacer a partir de ahora para llevar tus lentes todos los días a la escuela?

Voy a ponerlos después de que termine mi tarea y guarde todas mis cosas, mami.

Me sentí muy feliz de haber llegado a “un acuerdo” con Cesar.

Seguimos caminando y luego de unos minutos, Cesar me dijo» «Mani, te amo».

La clave de llegar a un acuerdo con mi hijo, en primer lugar es que como madre evito hacer sentir un sentimiento de culpabilidad en mi hijo. Mas bien, lo que trato de generar en él es la toma de conciencia de que necesita realizar una acción para asegurarse de llevar sus anteojos todos los días.

Además, le presento las opciones que yo considero son las más apropiadas para esta situación y permito que él razone y decida por sí mismo cuál es la mejor opción para él. Luego dejo que él tome la decisión. Y, aunque le manifiesto también mi punto de vista o aprobación ante su decisión, el hecho es que la decisión fue tomada por él mismo, y eso le hace sentirse libre, sin presión y nuestra relación es armoniosa.

En este caso tuvimos concordancia. En algunas ocasiones él decide de manera diferente a lo que yo pienso. En ese caso dejo que él exponga sus razones y las comprendo y las acepto. En el caso de que sea necesario hacerlo reflexionar un poquito más sobre la situación, le sigo exponiendo las opciones más siempre dejo que él tome la decisión final.

Sea cual fuera su decisión, la respeto. Sé que esto a veces nos resulta difícil. Como madres creemos que imponer nuestra voluntad es siempre lo mejor. ¿Para quién?

Yo creo que los niños son sabios y ven las cosas desde una perspectiva más holística que a veces las madres o padres no vemos. Yo creo que los niños merecen ser escuchados y sus opiniones tomadas en cuenta.

¿Cómo hubieras actuado tú ante una situación similar?

A tu servicio siempre,

Fortuna.

Ojalá Hubieran Más Cesar

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Hoy le pregunté a la maestra de Cesar Romario cómo estaba yendo en la escuela. Hacía una semana atrás había recibido su reporte escolar y había notado una mejoría en algunas asignaturas. De hecho, sus resultados siempre son bastantes satisfactorios para mí, pero como madre me siento en la responsabilidad de preguntar a la maestra e indagar todo sobre mi hijo.

Ella me respondió: El está yendo muy bien. “Ojala hubieran más Cesar”. Es un buen estudiante. Escucha y trabaja apropiadamente. Es un ejemplo para los demás niños. Por eso lo elegí como “El Estudiante del Mes”.

Y más allá de las palabras de la maestra, y de la alegría que me dio escucharlas, me sentí muy agradecida con mi Padre Celestial y complacida de estar haciendo un buen trabajo como madre de un niño de 7 años que cursa el segundo grado, y con un gran aliciente para continuar con mi labor.

Ser madre es un reto. Es la responsabilidad más reconfortante que una mujer pueda asumir voluntariamente. Digo voluntariamente, porque nadie nos obliga a ser madres. Nosotras lo decidimos por nosotras mismas.

Y me siento muy complacida con mi desempeño porque la relación que tengo con mi hijo es muy bonita y estrecha y los resultados en la escuela son positivos. Me empeño siempre en convertirlo en un ser responsable de sus acciones. Poco a poco está empezando a entender que toda causa tiene un efecto.

Le expliqué el significado del honor que había recibido “El Estudiante del Mes”, como premio a su forma de actuar y conducirse en el aula siendo siempre él mismo y respetando las normas, le dije; y se sintió complacido, y me dijo que pondría de su parte para ganárselo el siguiente año. Debo recalcar que esta es la segunda vez que recibe este honor. Cursando el primer grado también lo recibió.

Le pido siempre a mi Padre Celestial que me guíe en esta magna tarea, y sobre todo, que me ayude a poner las semillas en mi hijo, para que se convierta en un adulto exitoso y feliz.

Gracias Padre Mío por escucharme y guiarme.

Tu Hija.